“Que venga a nosotros Tu reino”

Recientemente he intentado aprender más sobre el tema de la voluntad de Dios. He llegado a entender, y a aceptar, que no importa lo grandes que sean mis obras si no son la voluntad de Dios. Después de un tiempo de estudiar y orar sobre este tema, comencé a aceptar el hecho de que la voluntad de Dios era realmente el mejor lugar para mí y que quería vivir allí sin importar el costo. Durante los siguientes días, en varias ocasiones, me encontré renunciando a lo que estaba discerniendo como mi propia voluntad, y le dije abiertamente a Dios: “Quiero Tu voluntad y nada más. Ayúdame a conocerla y seguirla, porque sin Tu gracia nunca podré hacerlo.”

Durante este mismo tiempo también había estado orando por una intención específica que había guardado en mi corazón durante muchos años. En mi opinión, tenía todas las razones correctas para recibir respuesta a esta petición. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo y no recibí respuesta, comencé a creer que era la voluntad del Señor que esta situación permaneciera de esa forma y que mi actitud hacia ella debía ser de aceptación, ya que ésta era Su voluntad. 

Comencé a vivir día tras día bajo esta creencia y empecé a notar un declive espiritual, un debilitamiento en mi vida de oración y en mi vida de fe en general. Para mi sorpresa, un día me encontré en absoluta desesperanza e incluso  desesperación. ¿Qué me ha pasado?, me pregunté. ¿No me estoy rindiendo a la voluntad de Dios? ¿No es esto lo que Él espera de mí?

Dios no desperdicia nada cuando se trata de guiarnos hacia Su voluntad. Fue así como,  a través de una serie de eventos no relacionados, como asistir regularmente a un grupo de mi iglesia, ver una película con mi familia, visitar a una amiga enferma, leer un libro y escuchar un podcast, que la sirena de la voz de Dios comenzó a sonar cada vez más fuerte. Mientras me esforzaba por estar en oración y buscar la presencia de Dios, su respuesta fue clara: “Mi voluntad es el amor. Mi reino está lleno de amor, paciencia, amabilidad, humildad, perdón y especialmente libertad e integridad. Mi voluntad no es que te conformes con situaciones de resentimiento, cautiverio, enfermedad, etc. Mi voluntad es que traigas Mi reino y Mi amor a esta situación para que esas cadenas se rompan, no por tu poder, sino por Mi Espíritu Santo.

“No por el valor ni por la fuerza, sino sólo por mi Espíritu – dice Yahveh Sebaot -.”  Zacarías 4:6

¿No he hecho eso durante todos estos años, Señor? ¿No he rezado fervientemente para que Tu reino venga a esta situación?

Su respuesta resonó clara e incuestionablemente dentro de mí: ¿Dónde está tu amor por esa persona? ¿Realmente has amado? Soy amor y mi única forma de pasar a través de ti es cuando amas, cuando realmente amas con Mi amor.

“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no es engreído; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca.” 1 Corintios 13:4-8

Tenía que confesar lo que Él ya sabía: mis peticiones habían estado acompañadas de juicio, orgullo, sentido de superioridad, amor condicionado, impaciencia e incluso resentimiento hacia Dios por no responder después de tanto tiempo. ¿Dónde estás?, pregunté en muchas ocasiones.

Después de esta revelación, mi percepción de la situación cambió. Incluso sentí que Él me preguntaba: ¿De dónde sacaste la idea de que Mi voluntad es que te rindas a una vida de opresión y dolor?

¿Acaso no Soy un buen padre que se deleita en amar a sus hijos y darles cosas buenas? ( Ver Mateo 7:11, Santiago 1:17)

Hija Mía, Mi voluntad para ti es que ames y que permitas que Mi reino venga a través del amor que transmites hacia el  otro; especialmente hacia aquél por el que has estado orando. Acepta mis tiempos, ríndete a Mi voluntad sobre cómo y cuándo trataré con ese corazón, pero permanece en Mí y ama como te lo pido; entonces, y sólo entonces, verás Mi gloria.

Por Karla Cebreros